VAINILLA CARIBEÑA (Sexo Vainilla)

Mientras la luna alumbra mis letras, y mis gardenias con su aroma acompañan el inicio sensual de Chan Chan en mi playlist conocida y que prometimos nos haría felices; intento no excitarme aunque mi piel, habla de más.
Y, es que olvide apagar la vela que alumbraba mis lecturas, para encontrarte entre las calles de adoquines rosados, (como mi cara) para sentir tus labios sobre los míos por primera vez. Sobre mis ganas, la media luz y tu piel color amargo pero llena de azúcar en la sangre. Mi negra conciencia no podía apagar las llamas que provoco tu mirada sobre mi, y pensar que esa terraza miraba nuestros cuerpos desnudos bailar a un mismo ritmo.


El color y aroma a vainilla especiada de mis cabellos, que tocaba cada vez que escribías aquella noche intentando seducirme con estadísticas y números. Mientras por alguna extraña razón sólo quería tenerte a mi lado. Y es esa madrugada, que estreno mi especial baby doll a encajes y cintas negras que con cuidado había escogido para mi Chevelle 69. Y que ahora estará esperando la siguiente extracción de sabor que prometiste, al ritmo de tu corazón cubano.
Verde como las hojas de las orquídeas de tu tierra, era el color de mi vestido semi transparente que no dejaba nada a la imaginación. No sé que pasaba por tu mente, no recuerdo más que el roce de tus labios sobre mi cuello que gritaba, ¡muérdeme!. 
Pero tu así tan cálido y delicado, tu respiración no mostraba la mínima agitación, me miraste a los ojos y dijiste !éstas tan rica!!Te quiero mía! Sin saber que tus manos ya tenían mi sensibilidad a tus órdenes.


Nunca he creído en el destino, pero que rica coincidencia tenerte entre sábanas blancas. Cuando pusiste tu mano entre mis mechones y el labio inferior, tu frente sobre la mía, y mordías mis labios. Sentí una revolución completa entre mis piernas, y no pude soportar chuparte los dedos para simular lo que después le haría a tu miembro. Pero me interrumpiste para sacarme la primera capa de la ropa y dejarme con el baby doll, que a estas alturas estaba empapado de la parte donde se hace pequeño. Así que, comencé a girar la cadera una y otra vez mientras me tocaste las profundidades con tus dedos sabor chocolate, seguido de un !estas muy mojada!. Pido disculpas por esa humedad, no sabía que generaba una erección que tu estómago no podía sostener.


La verdad no aguante la tentación,coloque mi boca color Carmín sobre las terminales nerviosas de tu ya mencionado instinto caribeño. Justo después de impregnarte mis deseos, emergió tu deseo interior y me tomaste del trasero, lo presionaste hacia a ti mientras tus besos no cesaban. Mis senos estaban desnudos, no supe en que momento los sacaste de las cintas. Tu objetivo era más que claro, esa noche no daría placer, era mi noche. Me tomaste tan delicadamente para meter tu cabeza entre mis .... ¿Que haces? ¡No me gusta!, fue lo último que alcance a decir, porque lo siguiente que recuerdo fue la humedad de tus labios, y tu lengua dentro de mí. Nunca nadie me había probado con esa insistencia, sentí como mis fluidos eran cada vez más, y tú no paraste por muchos minutos. Cuando de pronto, sentí tu dureza cerca de mis pies y tu respiración en mi clítoris. 
Tú no sabías de lo que yo era capaz, y juro que sentí temor cuando comenzó a salir mi acostumbrada "agua milagrosa", a pesar seguiste llenándome de tus besos y calor. Pensé que uno de los dos moriría, tú de asfixia o yo de éxtasis. 


¿Quién pensaría que mis ojos se pondrían como la nieve? mientras no te detenías... y no era tu objetivo. Yo solo pensaba que debía recompensarte los más de cinco orgasmos que me regalaste, pero es la primera vez que no me dejaron ser yo. Estabas ahí mirándome a los ojos, mientras acariciabas mis mejillas y senos. Yo en mi desesperación de sentirte dentro, no me atreví a nada. Creo que mi miedo más grande era tenerte dentro, pues sabía que ese helado de vainilla, no sería suficiente.
No sabría si te gustarían las cerezas que a mi me encantan, más cuando pinzaste mis pezones entre tus dedos para girarlos cual ecualizador de radio. Sentí que me encendiste, y me guiaste como ningún otro. De pronto, no aguantaste más y me sacaste un suspiro interno que exprese con un gemido exponencial. 
Insistías en besarme por miedo a que los vecinos escucharán mis gritos, pero era imposible. Y eso te ponía peor, rezaba por que dejaras de complacerme. Entrabas y salías con una cadencia insospechable,me queda claro que !Solo Veracruz, es bello!


Todo estaba en piso firme, hasta que no pude más y te voltee para subirme en tí. Puse mis senos en tu cara, tu boca los atrapo, mientras yo me columpiaba para sentirte hasta el fondo pero tu mirada ya no estaba enfocándome. Sabía que te haría terminar, pero de nuevo tu tierra salio de tus venas y me abordaste con un... ¿lo hacemos juntos?
Sonreí, elevaste el helado con toppings. Y como si te hubiera ordenado mentalmente, pusiste en mi mano lubricante sabor cereza,lo puse en la punta de tu tercer ojo solo para saborearlo completo mientras tú no me soltabas.
Así el LXIX, fue mucho más delicioso y no deseaba parar. A pesar de que el amanecer estaba por llegar, las notas de tu parte extranjera me hacían brillar como nunca. Estabas a mis espaldas, con tus manos en mi estreches y forzando la entrada húmeda pero precisa una y otra vez. Finalmente llego, la espuma llena de oxitocina, cortisol y alegría misma que espero tomar de nuevo de la taza de café prometida, bajo la lluvia en aquél ventanal a la altura del cielo.

Ya lo decía Gayle Rubín, el sexo vainilla suele ser soso y aburrido. Pero no esta vez, solo diré 
¡Bésame, cada vez más!

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