ENTRE MANZANAS

Siempre he amado el jugo de manzana, frío, en un vaso de vidrio, sin nada más que ese sabor fresco o lleno de pecado. En este mundo de Evas, siempre prefiero ser Lilith.
 No concebiría la vida sin placer, y tengo una historia ad hoc a ese mito. Los hombres que han estado en mi cama siempre se preguntan ¿cuándo y cómo fue mi primera vez?, y hoy se los contaré.
 Yo amo las manzanas desde que tengo uso de razón, todas: las verdes, amarillas, pintas, rojas, o casi vinos son la fruta más perfecta, asemejan la boca de alguien cuando quieres aprender a besar, al morderlas te brindan jugos, y su pulpa te deja esa sensación de saciedad. Son más efectivas que un café por las mañanas para despertar, de ellas no se desperdicia nada, tan estilizadas, su aroma es único y su reproducción armoniosa. La lista es larga, podría seguir escribiendo pero lo que seguro no sabían es que aumenta el deseo y la excitación de la mujer. 
Así tal cuál. el primer hombre en mi haber, debió saberlo. Pues recuerdo lo que preparo para mí, ¡apunten pues nadie lo ha superado!. Era una mañana de Junio, justo como hoy, y yo estaba muy estresada, pues quería cumplir todas sus expectativas, si mi virginidad estaba en un himen, !Malas noticias! El ya no existía. 
Estaba nerviosa por no saber como decírselo, pero él era justo lo que yo fui para los demás a quien yo enseñe esas artes. Tomo mi amada sudadera roja, y dijo, !Sabía que amabas el rojo! Para ese entonces, clara y sabia verdad, mis tenis eran rojos, mi bolso, mi cabello, mi boca, mi alma, mis deseos lo eran. Pero me sorprendí, creía que este hombre me usaría para el sexo, lo tenía claro, y lo deseaba a morir.
 Más el sexo no funciona así, no es planes, no es rutinas. Me acerque a la credenzza color chocolate de la entrada, mientras él me besaba con su aliento aroma a canela. Usaba los jeans más ajustados que he  podido ponerme en mi vida, con una blusa con transparencias amarilla, adivinen de que color era mi ropa interior. Sin tener que decirlo, mis encajes rojizos se dejaban ver por la blusa, recuerdo que bajó el tono de las luces y puso música, guitarras eléctricas. Pero no me dejaba ver más allá de su pecho desnudo con dos o tres cicatrices, su cabello castaño oscuro, y sus ojos penetrantemente negros, amaba esa piel color arena, estaba viajando en los poros de su piel. Cuando sugiere que me ponga cómoda. 

Entre al departamento, y pude mirar tal cantidad de manzanas como no he vuelto a ver en mi vida, el cuadro de la sala tenía tres manzanas, manzanas de cera sobre el comedor, manzanas de cerámica sobre la encimera, los muebles rojos, la sala verde, y cuando me adentre mire como puso sobre la cama, en la habitación, manzanas frescas de todos los colores. A esas alturas, no podía dejar de pensar, en que quería morder una, todo el lugar olía a ese frescor. Cuando me recosté sobre el edredón rojo, me quite los zapatos sin desabrochar, típico en mí, y sentí un placer al verme rodeada de tantas manzanas, más de 100 podría asegurar. Sentía su roce, su textura, algunas se sentían como si anteriormente se estuviesen congelas. En eso entro él, y me dijo, ¡Sabía que te encantaría! pero yo no podía pensar en él, estaba extaciada con esos frutos.
 Me puso en la mano la copa más perfecta que había visto, llena de jugo de manzana fresco, con una mínima de alcohol (vodka), pero era una deliciosa manzana red delicious. Sobre la mesita de noche, adivinen que perfume estaba, ese el que use por unos 5 años, después de esa noche. No me quedaré en los detalles de como era él, pues lo que importa es que había hecho lo que me encanta, tomar en cuenta mis deseos. Eso a las mujeres nos vuelve locas. 
Así que tarde menos de un minuto, en desnudarme frente a sus ojos. Mientra él me tocaba con las yemas de los dedos, como si no quisiera romperme, acordamos que esa noche además, grabaríamos todo lo que sucediera, era la primera vez para ambos. Me levante para besarle, y sentí bajo mis pies el roce de la alfombra roja, y sus pies descalzos sobre los que me apoye para alcanzarle. Los mejores besos me los ha dado él, fue quien beso por primera vez mis pezones rosados, mientras mis dedos enroscaban su cabello, escuche cambiar a clásica la música, ¡como si fuera mágico!, yo lleve su mano a mi vulva que empezaba a mojarse y el me detuvo. Para hincarse frente a mí, y comenzar el mejor beso del día, la entrada de mi vulva y susurró, ¿me permites sentirte? No me estaba hablando a mí.. A esas alturas, yo gritaba que ¡sí! pero él seguía tocándome tan suavemente, mientras yo, me sentía una bestia a punto de desgarrar su piel. 
Su nombre lo tengo tatuado por toda mi piel, pues la beso sin dejar un espacio en blanco. Y mientras le mostraba mis artes en los gemidos, me puso en la boca una manzana verde con demasiado sabor, así que en vez de gritar, solo mordí.  Ese sería el inicio de mis deseos de morder a quien me hace ir de menos a más con sus estímulos, quien diría que me encantaría el Sexo duro como las manzanas.

En el instante que decidió entrar en mi, supe que sería su miembro mi favorito por mucho, estaba tan erecto, y ala vez su piel tan suave, sus testículos se sentían muy retraídos, después me daría cuenta de que estaban llenos de semen, el más blanco, espeso y dulce que he podido sentir. Cual la manzana mordida cada vez que el salía de mi cuerpo, me sentía incompleta. Quería ignorar que a cada posición nueva sentía otra manzana rozarme, pero para cuando tomo dos mu frías de colores amarillentos y las comenzó a pasar por mis pezones, relacione la humedad de mi vagina con el jugo de ellas al morderlas. Cuando el decidió chupar una y morderla, cayo sobre mis senos un chorro de jugo que se deslizo por una de ellas, hasta alcanzar mi ombligo, y con cada mordida no sabía si lo que escurría era el jugo de manzanas o mis propios jugos que no había conocido antes. Mis piernas estaban tan sensuales, tan calientes desesperadas por volver a abrirse para él, pero a la vez la entrepierna se sentía super mojada al roce entre mi pelvis y la suya. Pude ver por primera vez el lubricante en el glande de un hombre y no me resistí mordí un pedazo de la manzana que tenía en la mano, la pase por el lubricante, mastique todo y lo trague. Pueden adivinar lo que más de 20 manzanas provocaron entre mi trasero, sus testículos, su trasero y nuestras bocas. Ha sido el mejor sexo oral, porque no estuvo enfocado en nuestros genitales, chupamos y comimos todos los frutos que había en esa habitación. Pero él cuidaba demasiado el tener una eyaculación, era nuestro acuerdo que no habría una esa ocasión. Así que no aguante la sed, era demasiado dulce para mí y camine a la encimera de la cocina, me serví agua simple, y comencé a beberla, y él solo abrió el refrigerador, me abrazo por detrás y comenzó a besarme con un hielo en la boca, mismo que hizo pasar por mis senos, y que termino introduciendo en mi vagina, es la sensación más refrescante que he sentido.  Esos segundos me hicieron gemir y sentirme suya, me levanto sobre sus caderas, me puso sobre la encimera rojo brillante, y yo podía verme en el reflejo del refrigerador negro, como me penetraba pues el tenía la altura exacta para mí. Me entraba y salía y yo solo deje que mi cabeza cayera hacia atrás, así que estaba ahí colgada de la barra, de pronto me empezó a besar la vagina, a chupar, a morder y lo sentía desesperarse. Me dijo, tienes calor o frío, después de lo del hielo yo no sabía que decir, pero de pronto comenzó a sonar una de mis canciones favoritas, así que le dije súbele y él fue hacía el librero a hacerlo. Yo lo seguí, arrastrándome sobre las rodillas detrás de él para que no me escuchará, comencé a chupar su pene como desesperada, una y otra vez, a él solo le di oportunidad de recargarse sobre ese sillón de piel con madera de pino que tanto amaría en la posteridad, y justo cuando sintió que era el momento, me jalo, me colocó sobre él, con su miembro dentro y eyaculo dentro de mí, así volamos los dos en el orgasmo más perfecto que se pueda describir. 
 Las mujeres como las manzanas somos cada una distinta, desde su origen en Asia, hasta las múltiples variedades americanas, Lo que casi nadie sabe es que igual que las semillas de cada manzana, él y yo creamos genéticamente nuestra primera variedad juntos.
 Desde ahí, ame al vino tinto, el chocolate, pero por encima de todo, ¡una manzana!

Comentarios

Entradas populares