FANTASÍA ROSA

Este día mientras me baño, quería reflexionar, concentrarme en mi. En mis deseos.
Es otro sábado por la noche que un baño de rosas con miel, un cigarro de Juana María con lavanda, y un té de jengibre con limón ayudan a transportarme a esos lugares que amo, a esos momentos que atesoro y a las sensaciones que había olvidado.
Toda esta semana estuve por decirlo menos "caliente", la idea de desear la piel de alguien, sus besos, su aroma me atosiga, me empalaga hasta el punto de desear no coger con nadie.
Sin dudas es algo que me cuesta trabajo lograr, conectar la mente, el cuerpo y el alma al momento de entregarme a alguien.  Cuando tienen participación mis más anheladas fantasías suelo ser más fría y prefiero vivirlas sola, no me gusta hablar de las reales.
Y es que he vivido las fantasías sexuales más deseadas por la mayoria, desde los tríos,  tener sexo en lugares públicos pero a escondidas, ser observada mientras tengo relaciones, incluir a un tercero, ya sea uno de los dos, embarrarme de comida, sexo anal, la asfixia para mí y maniatar a un hombre. Y no mentiría quizá aún tenga ganas de experimentar con 3 o 4 hombres al mismo tiempo.
Amo dejar a los hombres con ganas de más, porque no podrían comer su comida favorita todos los días, o me perderían el gusto. 
Eso pensaba mientras dejaba caer puños de pétalos de rosas color lila sobre mis senos, que me recordaron la sexualidad de los elementos de la naturaleza. Siempre es así, el sexo para continuar la especie, y las rosas adornando con su aroma y su color las camas cuando queremos decir las intenciones de poseer.  
Más de una vez esa y otras especies de flores formaron parte del cortejo, de la sexualidad, de mi deseo.
Entonces me recordé eterna enamorada de los brotes de flores, de la señal de que comienza la primavera. 
Mi primavera comenzó rodeada de rosas blancas de las que me enamoré, hoy me recuerdan la juventud, mi pasión y la protección que sentí en ese momento.
Las flores son para mí esos símbolos que nutren el recuerdo del alto nivel de lenguaje, de seducción, que anticipo mi atención a las nuevas realidades que empezaría a vivir desde tan pronta edad.
Tanto hombres como mujeres soñamos que la primera vez que lo hagamos sea en un lugar bonito y con flores no es cierto? No mientan, nos gusta lo cursi.
-La parte de mi que pretende ser como una loba, una mujer salvaje. Se negó por años usar ropa de colores rosados, flores de estampados, y mucho menos llevar flores a la cama. Y acabo de recordar la verdadera razón-
!La mayor fantasía para mí!?
Es la que implica una habitación totalmente rosada, con papel tapiz de flores pequeñas parecidas a los claveles, con tonos menta, la ropa de cama tan suave, ligera y confortable, huele a cerezas con canela, en el techo hay una lámpara que emite luces rosadas, y en el librero de al lado existen todas mis novelas rosas que devoré en la adolescencia las cuales para variar tienen nombres de flores. Saber que estoy ahí y que tengo en mis manos ese ramo de flores que huelen delicioso, que no tienen espinas, y que desliza por mis cabello lacio negro ébano que llegaba a media espalda. Estaba vistiendo uno de mis únicos vestidos favoritos color menta con blanco, medias blancas que se sostenían de un ligero clásico, y zapatos blancos de piso. De pronto, entendí que el sexo no es solo coito, se trata de las sensaciones de que te toquen la mano, de ese coqueteo, de ver a los ojos con una mirada caliente, de desear tu boca en la suya, en el momento que se te acelera el corazón, se agota tu respiración, y sale de tus adentros la primera lubricación que has sentido.
Entregue mis órganos sexuales y mi oído a alguien 3 años mayor que yo, ahora entiendo todo fue el nacimiento y la creación de mi apertura sexual. Desde siempre me había llamado bisexual, porque pensaba que masturbarme con mi propio cuerpo, con mi imagen, que mi deseo por ver a más mujeres desnudas me hacía parcialmente bisexual.
Así que, siempre me pronuncie a favor de la libertad sexual. Pero había olvidado que rechazo las flores en la habitación desde que ella yo estuve en su cama. Me he negado la idea de haber estado sexualmente con una mujer, y hace una semana recordé esa recamara. Siempre supe que yo era bisexualidad pero jamás hablé de eso, creo que no es importante para mí nombrarme 80 porciento hetero, 20 porciento. !Vamos! Mejor hetero flexible. 
A estas alturas la etiqueta ya no hace la diferencia. 
Aún recuerdo su aroma, usábamos esos Kits de la muñequita rosa fresa en diminutivo, así que sacó su fresa plástica y unto su boca con el bálsamo tibio, mientras a mí me brillaron los ojos, pues sus labios eran carnosos, suaves, parecían un corazón como los míos. Se deshizo por completo y ella apenas alcanzó a levantar la cara y pegarse a mis labios antes que la baba se me saliera de la boca. No puedo recordar cuánto duró ese beso, porque no acababa. Entre sus respiraciones que dejaban ver sus pechos más desarrollados debajo de su overol de rosas rosas que debajo solo tenía una blusa traslúcida color blanco, y un corpiño blanco que no sostenía nada. Lo comprobé cuando ella puso mis manos bajo su blusa y sentí por primera vez unos senos ajenos, los míos aún no estaban desarrollados, pero los de ella eran perfectos redondos, con los pezones cafés (si, no todos son rosados) y mientras la tocaba y besaba. Ella abrió el cierre trasero de mi vestido de niña bien, y lo puso junto a mi par de guantes blancos que usaba habitualmente. Apagó la luz de la habitación y encendió la luz de la mesa de noche con forma de osito rosado.
Y eso me puso demasiado excitada, esa media luz que hace salir lo mejor de las personas, porque te recuerda que hay una complicidad, no necesitas una linterna para observar cada frontera de la piel. Así que me quite el vestido y ella me observo con grata sorpresa pues mi reputación de sería y estudiosa no dejaba lugar a pensar que usaba ropa de encajes, que los bralettes eran mis favoritos. Me dijo -eres demasiado sensual, jamás lo olvides- y aquí estoy recordando sus palabras y demostrándome que si lo soy. 
Así que después de desnudarnos, jugar con los pétalos de las rosas blancas y deshojarlas jugando a saber si algún hombre nos amaría lo suficiente para entregarle nuestro amor. Nos quedamos desnudas, nos besamos hasta que no pudimos más, nos tocamos toda la piel, recuerdo los lunares de su espalda, y las constelaciones que se formaban. También recuerdo cómo besaba mis manos, por haber dibujado su cuerpo desnudo esa noche. Y si, los que me conocen bien saben que el vicio por dibujar mujeres desnudas me llevo mucho tiempo dejarlo. Esa noche fue la primera vez que tuve a alguien entre mis brazos, y pareció un sueño que no quería que terminara, aún recuerdo el aroma del perfume que yo usaba un regalo de una tía política de origen francés, mismo que ella adoraba y que chupaba de mi piel con profunda promesa de llevarme al éxtasis. 
Mi corazón palpitaba fuertemente pero no alcanzaba a mi vagina que fuertemente deseaba ser tocada. Sus cabellos rizados y rubios eran ensortijados entre mis dedos mientras ella me contaba sobre su libro favorito de Betty Friedman que yo leí hasta que lo vi en una película que muchas de nosotras ubicamos. 
Si, fue la primer mujer feminista que conocí. Pero no lo recordaba. 
A pesar de  que fue la última noche que dormimos juntas ese invierno, como lo hacíamos como amigas, que nos despedimos de esa hermosa habitación pues dos días después  la demolieron para construir una terraza preciosa. 
Y que después de esa noche ella y yo jamás volveríamos a vernos. Creo que ese enamoramiento de la infancia, me recuerda hoy la razón por la que me considero bisexual. Yo tengo una tendencia de conectar románticamente con algunas mujeres. Y específico que algunas, porque no todas tienen ese "alto poder de seducción en mi".
Y ese recuerdo explica porque soy sapiosexual, exigente con mis parejas, auto sexual, bisexual, poco romántica y caliente.
 Por eso no involucre flores en el sexo creo que fue una especie de luto que le dedique a ella, porque cuatro o cinco años después supe que se casó. Y jamás me pregunte si sentía algo más por ella. Solo sabía que jamás querría eso para mí. Que yo aprendí a separar el sexo del amor desde aquella vez, pues a pesar de que fue mágico y fulminante pude olvidarla por más de 20 años.
Pero hoy estoy contenta, porque no necesite una primera vez en la adultez. Yo ya se cómo se hace eso. 
Y ahora, buscaré mis flores, mis aromas, mis amadas habitaciones rosas.  

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