GEMELOS
Esta mañana mientras me miraba en el espejo desnuda, y los rayos primeros del sol se reflejaban en él. Recordé que soy una obsesiva de las texturas desde que era niña, no se si me hace hipersensible, delicada o fetichista, el caso es que disfruto sentir en mi cuerpo ese roce placentero que no siempre es sexual.
Por definición, el fetichismo es una desviación que consiste en fijar parte del cuerpo humano o alguna prenda relacionada con él como objeto de la excitación y el deseo. Y me sucede con el látex, el cuero, el vinyl, el peluche, las lycras, el algodón hiper suave y la máxima textura de los encajes suaves rozando mis partes. Y si además son negras, estamos hablando del éxtasis para mí.
Me destaco por poseer un deseo de ir más allá, de explorar, de innovar y de siempre salirme de la norma, podría decirse que eso me hace sentir bien, muy bien. Al final me doy cuenta que seguido visto para mi placer, amo mirarme en el espejo tan sensual, provocativa y a la vez sobria es como recuperar algo de la noche que me fascina. Llevar en mi día a día la sensación de lo oculto, lo deseado, mis más obscuras intenciones. Así que los accesorios son muy seleccionados y de acuerdo a mi estado de ánimo, y esta mañana decidí que sacaría de la caja Blanca aquel anillo de plata con ónix y diamantes en el centro que recibí hace unos 3 años y lo puse en el dedo de la autoestima alta. Solo por que así me sentí, pero antes de salir a la oficina recibí una llamada de la paquetería conocida por una sonrisa.
Llego un paquete para mi que no esperaba, olvidaba que hoy es el tercer aniversario de aquella noche en que le prometí que olvidaría todo lo malo que viví antes, cuando no paraba de mirar esos ojos color miel que no me culparon por ser rebelde y obstinada.
No está demás recodarle al lector que este post está endulzándole el ego a otra más de mis adquisiciones sexuales, a la que origina este blog.
Volvamos al regalo que descubri en esa cajita.
Por motivos de tiempo, hui de casa con el paquete en la bolsa, la verdad es que con ese hombre jamás sé que esperar. Después de mi obligatorio café de la mañana, estaba lista para abrirlo, por la dirección de origen de inmediato supe que era de él.
No podía solo abrirlo y ya...me puse los audífonos y corrí en mi playlist la última canción que me canto mientras me penetraba, enderece mi postura en la silla transparente y choque los tacones de mis botas de piel negra con la certeza de que, seguro me sorprendería. El pantalón de vinil negro ajustado hasta el ombligo, que tanto amo, de pronto sintió la tensión de mis muslos y la humedad que traspaso mi tanga de encajes negra. Con solo recordar esas manos hábiles que tocaban con frecuencia mi labio inferior en una caricia suave y firme evadiendo mi desesperación por morderlas, me sentí plena.
Para cuando abrí la caja mi cara se sonrojo, pues envió una réplica de su miembro en látex color neón. Y aunque en otro momento me hubiera parecido lo más guarro, a estas alturas es algo que indirectamente deseaba. Nadie debería confiar en un hombre que piensa que su pene necesita un gemelo, cuando podría dar uso al original en mí.
Así que en lo primero que pensé fue en ocultarlo, en guardarlo para cuando llegará a casa. Sin pensar al sacarlo del estuche percibí ese olor a gel de ducha que usamos tantas veces y que prende mis sentidos de tal manera desesperada y sin control. Que me recuerda cuanto amaba comerme su lubricante y lo pendejamente sensual que es su lunar en la planta del pie.
Me encaminaba a guardarlo en mi bolso rojo de vinil, cuando voltee a ver por la ventana y recordé que trabajo en el séptimo piso de un rascacielos donde nadie alcanza a ver lo que sucede. Y tras 30 segundos de canción, me decidí. En vez de meter algo a mi bolso, saque el lubricante sabor a moras que siempre esta disponible, limpie el ejemplar, use mi spray desinfectante en la ventana, y adherí la ventosa de la base a ella para inmediatamente después bajarme el pantalón de vinilo hasta las caderas, hacer a un lado la tanga y proceder a introducir mi nuevo juguete. Así que sin vacilar di unos cuatro movimientos de cadera circulares, balanceos y abrí mi vulva abrazando las texturas y relieves.
Fue justo como la primera vez que lo sentí dentro, no pudo salir de mi boca más que una mala palabra pronunciada entre gemidos e hiperventilaciones. El sentir esa curvatura de su glande que me había llevado con frecuencia a poner los ojos en blanco y el aroma que desprendía tan parecido a su piel, me hicieron olvidar el lugar donde me encontraba. Solo podía observar mi reflejo en la pared negra brillante que me dividía de mis compañeras, así que acerque la silla a mi para poder apoyarme pues de pronto sentí una adrenalina entre la altura del edificio y lo transparente de la silla, era como caer al vacío del orgasmo, era un ir y venir de contracciones y humedad.
Seguí azotando mi trasero contra el ventanal sin importarme que las persianas estuvieran abiertas, a esas alturas mi vagina estaba tan contraída y viscosa que no podía parar, nada importaba pues si cerraba los ojos estaba en mi mente él empuñando mis manos sobre el cuero color marfil de aquel auto clásico que tanto me excita y de pronto me sentí con los senos sobre el volante del muscle car donde se azotaron más de una vez cuando el besaba mi espalda y recorría mis lunares, su cadera permanecía inmóvil por que yo era quien llevaba el ritmo a mi placer.
Como desee poder poner mis manos en sus cabellos color cocoa que normalmente caían sobre su rostro para jalarlos hacia mi cara y besarlo desesperadamente. Y mostrarle que mi respiración y latidos estaban a 130 por minuto a punto de alcanzar el clímax. Cuando la canción cambio, despeje mi trasero para abrir la blusa de vestir a rayas dicromática y di libertad a mis senos mientras exclamaba ¡ah, ah, ah, mmmmm, ah, shhh, tsss, ah, ah ahuw, mmm!, con intervalos cada vez más cortos. Intentando ocultar mis gemidos que ya conozco son bastante fuertes, apretar los labios no era suficiente pues ese placer desenfrenado que me daba la idea de que posiblemente alguien me espiaría, me recuerda el deseo exhibicionista que suelo tener cuando follo con él.
Recordarlo por su puesto que me puso peor, así que despeje el afiche y lo puse sobre la alfombra rosada y ahí me dispuse a quitarme todo el pantalón, jale las bragas hasta que dividían mi vulva en dos, procedí a sentarme sobre el y dejarlo entrar hasta el fondo, cuando sentí la replica de los testículos fue empoderante. Comencé a sentirlo más grueso de pronto y empezó a vibrar, eso no lo esperaba. Puse mis pies tocando mis nalgas para oír con placer el golpeteo de ellas simulando la fuerza de sus caderas arremeterme, se calentó a tal punto que no sabía si era normal.
Aunque seguí montada en él, pensé que eso debía grabarlo. Puse el dildo sobre la silla transparente, lo llene de lubricante y palpe cada vez más líquido mío. Me senté de espaldas para apoyarme con ambas manos sosteniendo la base de la silla mientras mis dos piernas se encontraban separadas por 180 grados y rebotaba sin cesar. Pero no podía parar, la sensación de posiblemente ser descubierta puso a mis pezones muy duros y de pronto sentí rodar desde mi cuello hasta mi trasero una gota de sudor, aunque eso me excito más y me mordí mi labio inferior con más impulso.
Escuche a mi vagina chapotear como agua en un río, y eso me ponía las nalgas más tensas, así que me di una nalgada en la izquierda y luego en la derecha, el líquido quería salir. No sabía que hacer, tendría un derrame líquido intenso ahí mismo. De pronto me saque la mitad del dildo para descubrir que se derramo dentro de mí, tenía como un líquido blanco que evidentemente no era mío, y que me hacia sentir una frescura imponente.
Las puntas de mis tacones alcanzaban a rozar el bisel del escritorio, cuando decidí sacar el dildo y ahí semi recargada en la silla, me lo pase por fuera sobre mi clítoris visible y solté mi contenido al sonido de splash. Broto casi medio litro de liquido transparente que mojo la cajita de cartón donde venía empacado, salpico mi tradicional taza de café ya frío, mis notas del día a día pero no alcanzo al ordenador donde ahora les estoy escribiendo. Mientras mi vulva pega en la superficie fría de la silla, espero que a nadie se le ocurra entrar y descubrir que escribo este agradecimiento más que emocionada. Este regalo ya subió la vara para los que vengan, como siempre sorprendiéndome.
¡Veremos cuantas aventuras viviremos juntos! Gemelitos o no.
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